Corrimos juntos por la escalera, a medida que bajábamos, comenzé a sentir que todo en mí, daba vueltas; ya no supé más hasta que desperté en la habitación de un hospital, lo primero que hice fue ver si estabas allí, pero no te encontrabas, sólo ví a una enfermera que venía con mi madre, entrando a la sala. Mamá me miraba con pena y no sé por qué, el caso es que ahí entendí qué era lo que me había sucedido.
Mientras corriamos por la escalera, al parecer, me marié y caí al suelo, azotando mi cabeza en el cemento. Lo extraño es que cuando mi tío Luis me encontró, estaba sola y yo me acuerdo perfectamente que estaba contigo, la verdad es que no entiendo qué ocurrió, sólo me da mucha pena saber que no fuiste capaz de ayudarme, pues si no querías llamar a una ambulancia o tomarme en brazos, podrías haber llamado a mi tío; ya que me habías visto mientras yo conversaba con él en el almacén, además todo el mundo sabe que soy su sobrina.
En fin pensé que éramos amigos, pero me equivoqué, nuevamente tuve una desilusión y hoy sé que es mejor no esperar méritos o acciones bondadosas de las personas, pues son meras ilusiones. Sé que no te volveré a ver y sabes, ni siquiera sé por qué estoy escribiendo esta carta, si en realidad no sé ni cómo te llamas ni dónde vives, ni nada de tí, sólo sé que vivimos un momento entretenido, que una sonrisa tuya me alegro el día, pero también sé que esa sonrisa me llevó a crear falsas esperanzas de una amistad, que en realidad nunca fue ni será.