martes, 11 de noviembre de 2008

El tesoro

Hace unos días lo ví muy contento, me contó que había encontrado un tesoro cerca de su casa. Yo, sorprendida, lo felicite y le pregunté qué pensaba hacer con su nueva adquisición; con gran entusiasmo comenzó a decirme todos sus planes, parecía ser que aquel tesoro era lo mejor que le había pasado, su rostro irradiaba felicidad y sus ojos eran como dos luceros.
Pasaron los días y deje de verlo, pensé que debía estar muy ocupado, pensando en qué invertir el dinero y claro, así era. Caminando por la plaza, lo ví sentado en una banca, me llamó la atención su rostro cabizbajo, el cual parecía el de un hombre con muchos problemas. Me acerqué para preguntar qué le sucedía, me dijó que estaba angustiado, su tesoro lo había hecho soñar e ilusionarse con una vida diferente, pero ahora no sabía en qué invertirlo y se sentía inseguro. Aquello que él pensó que le traería sólo felicidad, ahora le estaba causando problemas.
Jamás he encontrado un tesoro, no sabía que decirle, mis únicas palabras fueron: "no todo lo que brilla es oro", pues creo que no porque sea dinero, tiene que ser valioso y llevarlo a una vida feliz. Después que lo dije, él se paró y se fue, me dio un beso en la mejilla, como nunca lo había hecho; creo que algo le sucedía, pues los ojos de tristeza que había visto hace un rato, ya no estaban ahí.
Ya han pasado más de tres meses desde ese día y no lo he vuelto a ver, sólo espero que la decisión que tomó con respecto a su teroso, haya sido la mejor y que porsupuesto lo haga muy feliz.